lunes, 15 de febrero de 2016

Ladrón de fuego

Desde que nos llevó la corriente y bajé mi rostro al suelo,
me he dado cuenta,
que no soy capaz de mantener la mirada a nadie.

Parece que,
desde que me fui, 
un pacto no hablado se juró con tus ojos.
Tan exclusivo como tu boca. 
Tan fuerte como heridas en épocas de destierro.

Desde que me deshice la trenza,
me han salido dos lunares en el cuello.

No sé muy bien el significado, pero se 
que atentan contra tu nombre.

O bien creo un ejército de hielo, o bien me escondo entre tus sábanas. Ardientes, por cierto. 

Con tal de deshacernos, una y otra vez, estoy dispuesta a perderme entre el solsticio de verano y tu cabello.
Tus pestañas. 
Tu risa.
Tu veneno. 


C.T

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