domingo, 16 de diciembre de 2012

Pitillos y ceniceros

He tenido el infierno a mi lado y su suspiro de hielos aún gotea en la bañera. La he ido llenando de sal para que todos creyeran que era de lágrimas. Y he dejado reposar la mentira como si fuese un naufragio,como un dolor que al menos yo podría controlar. No es casual que el triste de una mirada reluzca como el olvido, y es absurdo intentar justificar el deseo en recaídas. Todos tenemos siempre más miedo de los daños que ilusión por la vida. Y lo entiendo.

Pero he limpiado la ceniza y he abierto las ventanas y cerrado el sumidero, y he comprado bombillas, libros y cerveza, y he añadido nuevas canciones al playlist. Me he visto a mí misma sonreír, como una puta revolución, pero por dentro.

No sé si me entiendes, pero yo sí. A veces me cuesta tanto explicarme. He tenido que separar sentimientos, diferenciarlos, darles una estructura, concederles el derecho a réplica y dictar una sentencia con fórmula de pregunta, de callejón sin salida, de gol sin red. Es decir: he tenido que enhebrar el desorden en que sobrevivo, juzgando a cada miedo por su osadía. Y sonrío, al fin sonrío. Tranquila como un charco que ya nadie pisa y todos bordean. Pero hirviendo por dentro, como si pudiera evaporarme en cualquier momento. Me voy a desnudar y a meterme en la cama. La puerta está cerrada, pero dejo la ventana abierta. Solo tú podrías entrar. Hay cerveza en la nevera, tabaco encima de la mesilla y poesías por todas partes. Te espero soñando. No me despiertes si no va a merecer la pena.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Caroline tuvo un sueño

Que mísera perdida de tiempo
Cuanto amor no fue descubierto

Espejos, cartas, rímel
Pintalabios, sombras, polvos.

Arréglate querida,
Camina, ponte en marcha.

Respira, coge aire, ahora, vuelve a mirarte.
¿Qué ves?

Ok, me gusta.

Estas lista, ahora lee en voz alta esto.



El amor es el motor que mueve al corazón 



Adelante.







Claudia Tubilla 




martes, 3 de julio de 2012

El amar hace débil



Es el mundo al revés.

 El amar hace débil, cuando el amar debería hacer fuerte a una persona. Sentirse vital, lleno de energía de sentimientos. No. Somos débiles ante la persona a la que amamos, somos tan frágiles como un fino cristal, somos así.
 No se que espero de esto, pero ahora soy muy frágil. Cualquier palabra me rompe. He llegado a un punto de peligro, una alarma roja que no para de pitar y parpadear continuamente. 

 Él decía que había cambiado, pues yo opino que esta esperando a que una persona lo cambie.


 Yo lo he intentado, lo sigo intentando, y aun no se muy bien la razón, por que este juego y esta aventura, ya no tienen ninguna lógica. 
Parece que estoy trabajando para él. Estoy metida en una mina en la que creo que hay oro y a veces me parece verlo. En cambio son simplemente las ilusiones que él me da. Ya estoy cansada, llega un punto en el que te das cuenta de todo lo que has hecho, de todo lo que has "cavado" y sigues sin ver el oro y tú no te das cuenta. No te das cuenta de lo agotada que estoy, que soy una minera. Que tengo la cara manchada de polvo y cenizas, tengo el pelo sucio y las manos agrietadas.


 A veces me bloqueo y pienso que qué hago aquí, que hay miles de opciones, miles de salidas. Pero ya me lo estoy tomando como un reto personal. Todo me recuerda a él, todo quiero que sea él, todos los libros que leo, el mayor protagonista es su imagen

Que no me digan tonterías, si no ve lo que hoy me he estado esforzando, la primera vez que tanto me esmero en conseguir algo, es que realmente lo quiero, quiero tenerlo. Pero pienso, que tonta soy, ¿que hago escribiendo todo esto? Quizá lo este exagerando. Pero aunque realmente sea una exageración, estoy atontada por ello. 


- Solo añadir mas, que él es un buen cazador, un buen jugador de cartas, siempre tiene varias opciones para poder escapar, evadirse e inmunizar sus sentimientos.
La pregunta es; ¿Eso te hace feliz? ( Yo sé que no, pero ¿Para que perder la única costumbre o habilidad que es innata en ti? )






Claudia Tubilla

domingo, 27 de mayo de 2012

Si crees que no lo sabía, si. Te pillé

- ¿Sabes? no creo que llegues a enamorarte nunca si sigues así. Es imposible para ti. Estas demasiado enamorado de ti mismo. Tanto que te pasarías el día mirandote a un espejo, observando todas y cada una de tus cualidades. Te quieres tanto que hasta aceptas tus defectos, los adoras, te adoras a ti mismo. No puedes enamorarte de nadie, porque enamorarte de otra persona significaría cederle territorio, dejar que te gane poco a poco, y no puedes sentirte inferior a nadie, tener inseguridad y miedo a perderla. Porque cada vez que ocurre, que te sientes realmente feliz y empiezas a querer a alguien. Lo cortas.


+ ¿Cómo puedes decir eso? Si siempre estoy en pareja. Ademas, se que he amado, que he querido.


-Estas siempre en pareja porque necesitas sentirte querido, sentir que le importas a alguien. Puede que te quieras, pero tienes una inseguridad enorme. Necesitas que alguien te quiera para sentir esa seguridad. pero no te engañes, no las amas. Amaste a una sola, alguien que te hizo sentir en el cielo, te gano, te desarmo. Hasta el punto de que la diste todo. Y si no te puedes enamorar es por eso, porque no estas preparado aún para pasar por lo mismo de nuevo. Ese dolor que sentiste... pero sin embargo necesitas volverte a sentir por las nubes. Por eso no dejas de buscar


+ ¿Quieres decir que nunca más me enamoraré?


- Lo harás, pero con el tiempo. Y cuando vuelvas a hacerlo lo harás de verdad. Sigue con este bonito proyecto que tienes entre manos ahora, porque.. ¿sabes qué? 
Creo que tiene futuro.










Escrito por Elena Castro



lunes, 21 de mayo de 2012

A buen entendedor, pocas palabras bastan.

Hagamos el tonto.


¿Crees que me gusta estar pendiente?
¿Que se cambie el día por alguien?
¿Que me guste dejar el típico pure que tanto odias pero que al final tienes que acabar comiendo?
Por qué cojones, por qué.


Admito que estoy hecha de Gelatina.
Claudia Tubilla

domingo, 22 de abril de 2012

Yo le llamo el Coco

Y sin embargo que, no me dejas avanzar, me tienes la mente controlada, los sentimientos asustados, les estas debilitando con tus jugadas, creas nuevos, les robotizas, les quitas el corazón, me les destruyes, les aniquilas, te encanta hacer ¨vudú¨ con ellos. Es tu nueva ciencia. Ya sabia yo, que las letras solo se te daban bien en los bares. Es como un don. Yo.. yo tambien tengo un don. El don de imaginar, y jugar con mi imaginación. Y tú... tú en mi imaginación.. eres como el "Coco". Nadie sabe qué aspecto tiene el Coco, ni que es lo que de verdad quiere de nosotros... que es lo que realmente piensa y que es lo que viene a hacer cuando está debajo de la cama...



Claudia Tubilla

martes, 20 de marzo de 2012

Extraño, como típicamente se dice, estar contigo



En ningun momento te puedo decir; si sigo aqui, intentando olvidar, o si ya me he ido. Porque realmente.. no lo sé.

Extraño no aprender más cosas, dar esos paseos, que cuentes mis vertebras de la espalda y que me digas que son unas

pequeñas montañas preciosas que tú mismo vas recorriendo.



Extraño, como típicamente se dice, estar contigo.





CLAUDIA TUBILLA

lunes, 5 de marzo de 2012

El show de los borrachos



Cada noche el mismo espectáculo, demos un aplauso a los zombies de la noche. Beber hasta que nada de vergüenza, hasta marearse por mirar la punta de los pies. Ponerse como payasos, con la esperanza perdida de encontrar al amor de nuestra vida en medio del sudor y una música que no cesa. He visto la desesperación en ojos de gatos que buscan "pasarlo" bien. Porque luego es más divertido rehacer en la memoria todo lo que se quiere olvidar.

jueves, 16 de febrero de 2012

BLanco y NEgro

Situación extraña. Me cuesta dormir pensando en que hoy no he echo ni dicho todo lo que quería decir.
Me cuesta creer que la mente humana pueda creerse sus propias mentiras. Haciendo que los demás se sientan acorralados y vacíos de argumentos.
Como puede alguien intercambiar y jugar con las palabras para hacerlas feas y malsonantes. Como hacer a una persona inocente, la culpable de todo un fracaso.
Como sentirse observado, hablado e intimidado, mas luego para negar que él por su mente nunca ha pasado.
Palabras y mas palabras que dos bandas tiran contra su tejado, más las miradas de un publico desconocido y que se ha quedado petrificado.

CLAUDIA TUBILLA

lunes, 30 de enero de 2012

Odiosas historias con buen principio

Sí, podría darte mi número. Y seguramente tú me llamarías, y yo esperaría más niña que lo hicieras. Quedaríamos en algún sitio amable y al principio los dos nos sentiríamos especialmente torpes con las palabras. Te tiraría el humo a la cara por los nervios, y tú me darías una patada por debajo de la mesa. Pero nos reiríamos y a partir de ahí todo se volvería más fácil. Jugaríamos a pagar rondas de vergüenza hasta emborracharnos de ganas de besarnos. Se nos haría de día presentándonos desnudos en el sofá y bromearíamos sobre la necesidad de repetirlo. Quedaríamos muchas veces más; al principio buscando excusas, después excusándonos por no hacerlo. Y todo sería sospechosamente perfecto: el ejército de hormigas en la barriga, la risa, la cama… Y de repente llegaría la mañana en la que te das cuenta de que estás queriendo con la cabeza, el corazón, el humor y el sexo. Con suerte ninguno de los dos enfermaría de cobardía y no nos arañaríamos demasiado. Al principio no le daríamos importancia a los enfados, y luego nos enfadaríamos sin importarnos. Nos creeríamos invencibles. Pero llegaría la noche fría en la que me pondrías la mano encima y yo no la sentiría. O el momento en que tú aborrecerías mi manera de contarte cómo me ha ido el día. Puede que hasta consiguiéramos fingir lo suficiente como para pretender que el desencanto no resultase tan doloroso. Como mínimo uno de los dos saldría golpeado. Y no es que me acojone la posibilidad de que me hagas daño… pero últimamente me sale la pereza por los poros, se me ha dormido el corazón y no me encuentro por ningún lado las ganas de querer.
Y encima, ya he tenido una de esas historias. Una que empieza bien y acaba mal. Y tú pagas las consecuencias, porque no necesito otra. Ni la quiero. No quiero ni intentarlo. Lo que yo quisiera es un amor al revés, uno que empezara mal y terminara bien. Uno que empezara con gritos, siguiera con caricias y se terminara con besos eternos. Y creo que tú no puedes dármelo.

Así que no, no te daré mi número. Nunca podrás llamarme y lo nuestro se quedará en una de esas historias de sábado noche que olvidas al día siguiente. En un par de besos en el rincón más oscuro de este oscuro bar.