miércoles, 31 de agosto de 2016

A.gosto




Aquí estoy, dejándome llevar por las últimas horas de Agosto
(y de nuevo, meticuloso día impar)
que suenan a tristes despedidas
de las excusas cobardes
que usan los amantes para sus veranos.

O quizás sea yo que
que quiera excusarte de todo delito
de tu imponente distancia,
de tus decretos dictados.
Y de toda esta larga ausencia que he contemplado con sudor frío desde la mirilla.

Ahora que estoy a un escalón de septiembre y de comprender que comienza de nuevo la rutina,
tengo que poner orden en mi estómago 
Y dejar que los gusanos no me atolondren los sentidos 
porque sinceramente,
yo también quiero ser mariposa en septiembre.

No me sugieras plantar susanas de ojos negros,
porque abuso de castigos todos los otoños con tu nombre en la regadera. 

Tampoco terciaré ni medio secreto a la luna
de mis deseos contigo
Ni peligraré de nuevo en tus sábanas adictivas en las que quedarme envuelta, y completamente desnuda 
por
tu culpa.

Te estaré echando de menos
otro septiembre más,
con las ganas de quererte menos 
y saborear la valentía 
de poder dejarte 
atrás.

C.T


sábado, 27 de agosto de 2016

Omisiones en intervalos

(...)
Quien quiere puede, quien quiere vuelve, quien quiere hace y deshace.
Él sabe dónde está el camino, sabe cómo recorrerte, sabe qué decirte perfectamente, cómo mirarte y cómo besarte.
Lo sabe perfectamente, es la única persona capaz de quebrarte, de hacerte pequeña si se lo propone y capaz de llevarte al séptimo cielo si existiese.

(...)
Pero también hay que saber ya,
abrir los ojos y ver que aquel jaque mate fue hace tiempo, que el rey mató a los peones y que cuando te dicen que el fuego quema y te quemas, deberías dejar de tocarlo.
Dejar que se apague, dejar que el viento te lleve y 
aprender a responder a las despedidas mudas.  

Qué de arena soy y qué de cemento eres.

C.T

   

domingo, 21 de agosto de 2016

Sombra




Hay quien sigue galopando entre tus defectos con el cártel que dice suicida huyendo, o viniendo.
Quién sabe.

Lunes y domingos que esperan aún a ser pagados en esa cuenta singular, más que corriente,
que alcanza hasta tus pies
los que ni si quiera sé adónde se fueron.
Asique, imagínate que deuda aún
te queda por saldar
aunque ya no existe ni fuego, ni ego para ello.

Hay quien te seguiría rizando los mechones de pelo que tapan sutilmente tu frente. 
Y luego, mucho más tarde, 
Mucho después. Mucho muy lejos,
Ahí y solo ahí, 
estabas tú.
Que jurabas en hacernos perfectos,
a dar vida a las sábanas,
a dar muerte a los te quieros, 
a jugar a ser judas y yo,
inocentemente Mateo.

Fíjate que prometí hacerte eterno. No hay mejor regalo que tentarte entre mis versos.
Y no hay mayor desdén que el rechazo de tus párpados.

Hay veces que, quizá solo se trate de encontrar a alguien que te siga mirando mientras tú cierras los ojos.

Hay quienes y quien, y yo ya juré ser viento.

C.T

martes, 16 de agosto de 2016

22

Llegan días en los que aún sigo esperándote aunque llegues tarde. Siempre llegas tarde. Pero en ocasiones, llegas. 
Llegas y te vas.
Nunca te gustaron las películas de amor por mucho que dijeras lo contrario. 
Nunca te gustaron los números pares. Por eso siempre serás el número uno y el primero. Para ti, y dichosamente,
para mí también.

Y ahora dime. Qué más te puede ofrecer este cuerpo desnudo, 
desnudo y desnudado por tus manos.
Descubierto, siendo niña, siendo mujer. 
Dime si ya, desnuda ante ti, esas lágrimas no son más que puro deseo de tus imposibles. 
Puro castigo de mis esperanzas.

Ya no tengo nada más que ofrecer.  
Me lo robaste todo. Te quedaste con todo.

Te digo desde ya, que no me canso de cansarme de ti. 

De mis noches finitas en las que los impares no existen. 
Y las consonantes tampoco.

C.T


miércoles, 3 de agosto de 2016

No sé cómo. Pero comí.

No sé cómo lo hiciste pero lo lograste. 

Me enseñaste que no solo las carreteras están en el suelo,
porque aprendí a andar de puntillas sobre tu espalda,
a mirar a los precipicios sin sabor a despedida.
A besar la curva más bonita de tu cara donde más tarde yo ardería.

No sé cómo lo hiciste, pero lo lograste. 

Me enseñaste a amar desmesuradamente, 
a cerrar los ojos y llegar a casa.
A amar sin condicionales.
Me enseñaste tantas cosas que al final saqué demasiada nota en este examen. 
Pero no me advertiste
que todo tiene un precio. 
Y un buen maestro lo cobra caro. Viniste para no quedarte.
Me volviste vulnerable para arrancarme los sentidos, taladraste todas mis fortalezas y todo ello para nada. 
Para desaparecer cual globo de helio en un cielo encapotado.

No sé cómo lo hiciste, pero lo lograste. 

Te doy la enhorabuena. Profesor. Ladrón. Y poco poeta. 

C.T