jueves, 4 de noviembre de 2010

La Realidad que todos cometemos.


¿Ves? Ya estamos otra vez buscando un texto donde encontrar las palabras, frases y sentimientos que nos puedan resultar familiares.
Como cuando escuchas esas canciones que cuentan situaciones muy parecidas o casi reales que te han ocurrido. O cuando estás triste, lo primero que haces es preguntarte el porqué y regresar al pasado para solucionar o cambiar las cosas ó coges el ordenador o tu Ipod y te pones a escuchar música, no música alegre, sino, suaves y tristes, para hacerte pensar aún más a ti misma de lo ocurrido.
Tararear las canciones como: < Las palabras que dijiste fueron parte del ayer>, < Y no puedo olvidarte si te veo en todas partes, en el último beso me robaste el aliento… >
Canciones, y como no, de amor. Cuando todo te va bien en una relación, las canciones que escuchas no son así, pero apenas tienes tiempo para ello, en vez de escucharlas, le llamas por teléfono o el te llama a ti, y lo que escuchas es el sonido de su voz, o bien ves los videos grabados cuando pasáis juntos esas tardes bailando o riendo…
Pero cuando dejas de estar en ese mundo ideal y te encuentras en ese hueco de la cama donde has compartido esas lágrimas, esas conversaciones telefónicas hablando en voz bajita, muy bajita, para que no te oigan tus padres, esas sensaciones de furor que has vivido con él, o te gustarían que pasaran… et das cuenta de que la única que te escucha es la cama.

Aunque llames a tus amigas deprisa y corriendo, llorando y ansiadas por decirlas: < Fin, hemos discutido>, < Se fue, se fue sin un por qué>, < Me ha hecho esto, me ha hecho lo otro…> Queremos oír esas palabras mágicas: , < Ya verás como vuelves a ser tú, volvéis a ser Dos>. Pero aunque te las digan y hagan lo posible para animarte, y a veces puede que ellas tengan razón… no es así.
Si ellas tuvieran el poder de cambiar las cosas, si ellas pudieran cambiar el pasado y volver al instante en el que le conociste, al instante de vuestro primer beso… Sería mágico, sería perfecto.
Ellas aunque te escuchen pueden decirte: Sé lo que sientes, pero ellas no pueden sentirlo.
Por mucho que te pongas en su lugar, con su historia similar o casi idéntica, no será lo mismo. Tú encuentras un vacio, un vacio que no lo puedes explicar, que te agarras a las sábanas fuertemente, queriendo gritar, queriendo que vuelvas a ser tú, a ser él, a ser DOS, como erais antes. Sonreír, pasar el tiempo con él, recibir mensajes inesperados por la noche, medio dormida, que casi no ves la letra del sms y cuando lo lees, sonríes. Sonríes y suspiras, suspiros de alivio, suspiros de amor contenido, añorado. Y cuando ese vacío ruge, lloras y lloras, mojando así tu almohada, llenándola de lágrimas saladas o lágrimas que hacen que el maquillaje que te echaste esa noche o esa tarde para verle, desaparezca en forma de ríos contaminados por tu cara.

Después de pasar esas noches infernales con preguntas sin respuestas, hallando el sueño por el cansancio que producen, un simple día le ves.
Sí, es él. Pum. Se para el tiempo y piensas, sientes, preguntas, te entran ganas de llorar, gritar, pero todo ellos se sumerge en unos rápidos latidos del corazón, agitándose cada vez más rápido y fuerte, y si el te ve, te quedas quieta, parada, con ese chirrido en tu estómago con adrenalina por soltar y creas una leve sonrisa, le dices un simple “Hola” y te das la vuelta, cerrando los ojos, intentando disimular calma para que una vez que le hayas vuelto a perder de vista, te den ganas de llorar y gritarle y preguntando qué fue lo que pasó, en qué narices pensó. Pero sigues caminando y ahora pensativa, quizá deseándole lo peor, pero quieres volver a cruzártelo, repetir la escena y cambiar tantas cosas que ni si quiera te entran en la cabeza.
Es muy molesto tenerle todo el rato en la mente, es muy molesto mirar el móvil añorando esos mensajes o llamadas, es muy molesto ÉL.

A veces se lo cuentas a tus amigas, ya pasado un tiempo de lo ocurrido para volver a escuchar de sus bocas esas palabras mágicas que te hacen sentir algo más feliz, pero en cambio te encuentras con : < Pasa ya, ¿ No te das Cuenta? No merece la pena>. Y tú intentas defenderte, poner escusas a lo que ellas te dicen y hallar soluciones, a veces dices: < es que… no me entiendes.>,

Contra más mal nos hagan, el sentimiento aumenta, ojalá fuese a la inversa, pero nosotras pagamos el doble. Pagamos sus in-explicaciones y pagamos nuestro dolor.

Quizá cuando llegue un viernes, un sábado, un día para verle, quieres olvidarlo todo y satisfacerlo con bebida, para hacer la situación un poco más cómica y menos desagradable de lo que es. Y no quieres ser tú, quieres ser la dominada por el alcohol para demostrarle lo bien que lo pasas sin él o bien, para plantearte decirle TODO sin escrúpulos de lo que piensas y sientes ya que no tienes suficiente valentía para hacerlo cuando le ves estando cuerda del todo.
Hacer esas “bobadas” para hacerle ver lo que tú sientes, hacerle cambiar de opinión, hacerle decir: Sí, estuve equivocado. Pero quizás no encuentres esas palabras y te lleves una desilusión, quizás mejor no probar a hacer el plan que ideó tu mente que con un poco de suerte funcione…
Tú lo que quieres decirle es por todo lo que estás pasado, que estás haciendo cosas que nunca pensaste que harías y todo por el sufrimiento que te hizo.
Y retroceder y retrocedes hasta el momento que se cruzaron vuestras miradas la primera vez.
Y dices, qué bonito fue el pasado y qué duro es el presente, quiero estar ya en el futuro y volver a descubrir nuevos sentimientos, nuevas sonrisas, nuevos ÉL.

Y solamente añadir más, que contra más tiempo el amor se quede, más daño hace cuando se va.

Claudia Tubilla



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