He descubierto de nuevo
mi refugio olvidado
entre tu cuello y pecho.
Aquel rinconcito donde
lo único que me deja sorda, son tus
suspiros y caricias en el oído.
No hay droga más dura que el amor sin medida.
Y yo sé que los segundos corren a mansalva
sin pararse delante de nosotros
avisados por varias señales
de circulación que dicen:
STOP.
Me gusta escribirte los días impares
porque son difíciles de dividir.
Y tú eres mi imposible.
Eres mis dolores de cabeza
y de estómago.
Asique tú y mis matemáticas.
Tú y mis manzanillas.
Lo innecesario es
imprescindible.
Y yo ya nose si eres necesario o
lo son los poros
de tu piel, tus pupilas
o tus besos a
contraluz.
C.T
No hay comentarios:
Publicar un comentario