Como me gustaría saber ajustarme a un par de letras
con ritmo y sin vocal.
Pero ya ves, a veces me pido imposibles que no llevan a ninguna parte.
Que salen de lo expuesto en esas vitrinas perfectamente limpias que marcan la distancia de lo intocable y lo deseado.
Qué seguimos aquí, bailándole al agua con nuestras tempestades, las que no necesitan adjetivos porque tú y yo sabemos de lo que hablamos.
Y lo más descarado es que nos sobran las excusas.
Dile al viento que te da igual tropezar con la misma piedra, mientras se amolde a mi zapato.
¡Ah! Y al ocaso de las tardes de verano, que no sea tan bonito, que estoy harta de prometer que el siguiente que vea será contigo.
C.T
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