Y si tengo que confesar algo, es que las segundas oportunidades nunca fueron buenas.
Yo siempre he creído en ellas, y a veces pienso que pueden funcionar. Pero sólo con la persona correcta. Y de no ser así, si no funcionan a la segunda, mucho menos a la sexta.
Y todos sabemos que si seguimos enganchados el uno al otro es por el recuerdo, por el pasado y por París.
Existe una dependencia a recordar más grande que a vivir el presente,
con un nuevo rostro, unas nuevas manos, nuevos ojos y con un diferente nombre. Siempre y cuando se parezca a un poco a ti.
Claudia T.
eres tan delicada escribiendo... me gusta mucho :)
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