jueves, 30 de diciembre de 2010
Pero una cosa es cierta: no te preguntarás adónde habrá ido a parar esa paloma. En cambio nosotros no podemos desaparecer tan fácilmente...
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Silence.
Sí, mi corazón impulsando la sangre por las venas.
¿Qué sensación verdad? Y respiro fuerte, absorvo por la nariz y evitar así, aún más, mojar mi almohada.
Si, llorar, a veces lo único que sana es llorar.
Tontería o no, llorar es el camino más aireado para decir:
-Hay cosas peores por las que llorar.
Claudia Tubilla.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Esto es amor...
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
Beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor: quien lo probó, lo sabe.
Sueños.
Ahora es cuando tienes ganas de dormir, dormir y no despertar, porque a veces sueñas y otras veces, sueñas sin acordarte y es, a veces, cuando mejor se está, cuando dices: Ojalá todo fuese así, tranquilo, sin darse cuenta de nada, relajado. Dormido.
Si sueñas puedes soñar con lo que más te gustaría hacer, desear, tener.
La simple realidad es enfrentarte a los sueños que una vez los viste, que los sentiste. Vives para crearlos, para asegurarte que ese sueño se va a cumplir.
Vives para llegar a la felicidad de tí mismo, seguramente que no solo, sino, con alguien, sí, con el de tus Sueños.
Claudia Tubilla
domingo, 14 de noviembre de 2010
Perder.
Claudia Tubilla
jueves, 4 de noviembre de 2010
La Realidad que todos cometemos.
¿Ves? Ya estamos otra vez buscando un texto donde encontrar las palabras, frases y sentimientos que nos puedan resultar familiares.
Como cuando escuchas esas canciones que cuentan situaciones muy parecidas o casi reales que te han ocurrido. O cuando estás triste, lo primero que haces es preguntarte el porqué y regresar al pasado para solucionar o cambiar las cosas ó coges el ordenador o tu Ipod y te pones a escuchar música, no música alegre, sino, suaves y tristes, para hacerte pensar aún más a ti misma de lo ocurrido.
Tararear las canciones como: < Las palabras que dijiste fueron parte del ayer>, < Y no puedo olvidarte si te veo en todas partes, en el último beso me robaste el aliento… >
Canciones, y como no, de amor. Cuando todo te va bien en una relación, las canciones que escuchas no son así, pero apenas tienes tiempo para ello, en vez de escucharlas, le llamas por teléfono o el te llama a ti, y lo que escuchas es el sonido de su voz, o bien ves los videos grabados cuando pasáis juntos esas tardes bailando o riendo…
Pero cuando dejas de estar en ese mundo ideal y te encuentras en ese hueco de la cama donde has compartido esas lágrimas, esas conversaciones telefónicas hablando en voz bajita, muy bajita, para que no te oigan tus padres, esas sensaciones de furor que has vivido con él, o te gustarían que pasaran… et das cuenta de que la única que te escucha es la cama.
Aunque llames a tus amigas deprisa y corriendo, llorando y ansiadas por decirlas: < Fin, hemos discutido>, < Se fue, se fue sin un por qué>, < Me ha hecho esto, me ha hecho lo otro…> Queremos oír esas palabras mágicas:
Si ellas tuvieran el poder de cambiar las cosas, si ellas pudieran cambiar el pasado y volver al instante en el que le conociste, al instante de vuestro primer beso… Sería mágico, sería perfecto.
Ellas aunque te escuchen pueden decirte: Sé lo que sientes, pero ellas no pueden sentirlo.
Por mucho que te pongas en su lugar, con su historia similar o casi idéntica, no será lo mismo. Tú encuentras un vacio, un vacio que no lo puedes explicar, que te agarras a las sábanas fuertemente, queriendo gritar, queriendo que vuelvas a ser tú, a ser él, a ser DOS, como erais antes. Sonreír, pasar el tiempo con él, recibir mensajes inesperados por la noche, medio dormida, que casi no ves la letra del sms y cuando lo lees, sonríes. Sonríes y suspiras, suspiros de alivio, suspiros de amor contenido, añorado. Y cuando ese vacío ruge, lloras y lloras, mojando así tu almohada, llenándola de lágrimas saladas o lágrimas que hacen que el maquillaje que te echaste esa noche o esa tarde para verle, desaparezca en forma de ríos contaminados por tu cara.
Después de pasar esas noches infernales con preguntas sin respuestas, hallando el sueño por el cansancio que producen, un simple día le ves.
Sí, es él. Pum. Se para el tiempo y piensas, sientes, preguntas, te entran ganas de llorar, gritar, pero todo ellos se sumerge en unos rápidos latidos del corazón, agitándose cada vez más rápido y fuerte, y si el te ve, te quedas quieta, parada, con ese chirrido en tu estómago con adrenalina por soltar y creas una leve sonrisa, le dices un simple “Hola” y te das la vuelta, cerrando los ojos, intentando disimular calma para que una vez que le hayas vuelto a perder de vista, te den ganas de llorar y gritarle y preguntando qué fue lo que pasó, en qué narices pensó. Pero sigues caminando y ahora pensativa, quizá deseándole lo peor, pero quieres volver a cruzártelo, repetir la escena y cambiar tantas cosas que ni si quiera te entran en la cabeza.
Es muy molesto tenerle todo el rato en la mente, es muy molesto mirar el móvil añorando esos mensajes o llamadas, es muy molesto ÉL.
A veces se lo cuentas a tus amigas, ya pasado un tiempo de lo ocurrido para volver a escuchar de sus bocas esas palabras mágicas que te hacen sentir algo más feliz, pero en cambio te encuentras con : < Pasa ya, ¿ No te das Cuenta? No merece la pena>. Y tú intentas defenderte, poner escusas a lo que ellas te dicen y hallar soluciones, a veces dices: < es que… no me entiendes.>,
Contra más mal nos hagan, el sentimiento aumenta, ojalá fuese a la inversa, pero nosotras pagamos el doble. Pagamos sus in-explicaciones y pagamos nuestro dolor.
Quizá cuando llegue un viernes, un sábado, un día para verle, quieres olvidarlo todo y satisfacerlo con bebida, para hacer la situación un poco más cómica y menos desagradable de lo que es. Y no quieres ser tú, quieres ser la dominada por el alcohol para demostrarle lo bien que lo pasas sin él o bien, para plantearte decirle TODO sin escrúpulos de lo que piensas y sientes ya que no tienes suficiente valentía para hacerlo cuando le ves estando cuerda del todo.
Hacer esas “bobadas” para hacerle ver lo que tú sientes, hacerle cambiar de opinión, hacerle decir: Sí, estuve equivocado. Pero quizás no encuentres esas palabras y te lleves una desilusión, quizás mejor no probar a hacer el plan que ideó tu mente que con un poco de suerte funcione…
Tú lo que quieres decirle es por todo lo que estás pasado, que estás haciendo cosas que nunca pensaste que harías y todo por el sufrimiento que te hizo.
Y retroceder y retrocedes hasta el momento que se cruzaron vuestras miradas la primera vez.
Y dices, qué bonito fue el pasado y qué duro es el presente, quiero estar ya en el futuro y volver a descubrir nuevos sentimientos, nuevas sonrisas, nuevos ÉL.
Y solamente añadir más, que contra más tiempo el amor se quede, más daño hace cuando se va.
Claudia Tubilla
miércoles, 20 de octubre de 2010
Así fue el principio.
I Parte
Le oigo respirar más suave, tranquilo. Noto una caricia, cierro los ojos y siento el momento. Solo silencio, solo sentimiento.
El tiempo pasaba, la gente hablaba, reía... y abro los ojos, me encuentro con los suyos, azules, eran azules, con una pupila dilatada por la oscuridad. Silencio de nuevo.
Decidí por levantarme y seguir caminando hasta el momento de la despida. De nuevo silencio, de nuevo sentimiento.
Marché, marché confundida, asustada, pero sonreía, una leve sonrisa cubría mi cara, se podía ver en mí mi estado de ánimo, pero también se podía percibir el miedo de ... ¿Y ahora qué? Sí, es un adiós.
Claudia Tubilla
Y así fue el final.
II Parte
Y sí llegó el momento donde todo deseo y sentimiento mutuo desapareció.
Quizá intenté imaginar cómo podría haber hecho para cambiarlo todo y ahora estar feliz entre su recuerdo, entre sus brazos, pero no puedo. Todo lo hecho pasó.
Quisiera decirle cuánto añoro ver sus ojos cerca, robarle el aliento cuando estaba en frente, ver nuestras sonrisas después de los besos, pero ahora no queda nada, ni siquiera una esperanza. Me duele pensar que en mi registro de llamadas su nombre no aparecerá más, que no habrá más mensajes para poder vernos en las tardes y poder charlar. Y sin darme aquella noche una explicación, noté miedo, ese abrazo me marcó, estaba lleno de sentimiento, y aún no veo la razón de ese adiós. Quizá intente buscar una explicación suave y espereranzadora para no sufrir, para no ver la realidad de un modo oscuro, solo intento salir por la salida más grande y aireada para respirar hondo y decir que ese final no es un final normal, sino uno de los que queda esa esperanza.
Claudia Tubilla
Tiempos.
los problemas continúan, sin hallarse solución
Nuestras vidas se consumen, el cerebro se destruye
nuestros cuerpos caen rendidos, como una maldición
El pasado ha pasado y por el nada hay que hacer
el presente es un fracaso y el futuro no se ve
La mentira es la que manda, la que causa sensación
la verdad es aburrida, puta frustración.
domingo, 17 de octubre de 2010
Más
viernes, 15 de octubre de 2010
ELLA.
Cuando pude abrir los ojos. Sí ella. No me la imaginaba así, es más de lo que pude pensar y soñar. Su tez clara, ojos oscuros, sus cálidas manos sujetándome y sobre todo cuando la miraba, siempre su sonrisa. Felicidad. El hecho de mi existencia la daba la vida.
Una de mis primeras reacciones de aprendizaje, fueron aquellos sentimientos que me demostraba cada segundo de mi vida. El que más podría sentir. El que todos conocemos. Amor. Amor de madre, de una madre primeriza.
Ella. Ansiada por ver mi futuro, mi presente, por escuchar mis primeras palabras, por ver mis primeras sonrisas, por demostrarla que gracias a ella estoy aquí, por darme un hogar.
Sí ese hogar, esa habitación decorada con la mayor delicadeza, con su pared pintada, un tono claro, un rosa palo, una ventana y sobre todo, aquel cuadro cosido a punto de cruz por ella. Se podía ver una letra grande, con tonos rosas oscuros y más claros, acompañados con ese rosa de la pared. Una “C” Había cosida en ese cuadro, una ”C” que pone pié a mi nombre, un nombre elegido por ella, por él; mi padre. Ambos lo escogieron, ambos quisieron darme ese nombre, un nombre que cuando lo dijeran se sintiesen orgullosos, un nombre que cuando lo nombrasen pudiese contestar por él.
En mi habitación había un cuco, donde me encontraba todo el tiempo que no fuese estar en sus brazos, y que cuando me acurrucaba en él, me ponían esa melodía, esa nana que en poco tiempo se me hizo familiar, al igual que esa mantita que todos hemos tenido alguna vez, que cuando te acercas a ella, te la llevas a la cara, cierras los ojos, vuelves al pasado y la respiras, la agarras con fuerza hacia a ti y sientes el olor de tu niñez y en unos instantes la añoras, a veces te entran ganas de vivir en aquel pasado y olvidarte de cualquier tipo de preocupación, y solo sentir sus caricias y besos, sus agotamientos por las noches, ver sus ojeras en su rostro, pero sus sonrisas al cogerte con ese sumo cuidado, con esa delicadeza para no hacerte daño, para no despertarte y poder seguir soñando.
Recordar sus paseos en el carricoche, paseando por las calles de tu pequeña ciudad, el ambiente cálido del verano, y sobre todo, ella. Ella orgullosa, ella preocupada por no tener que tropezar, ella mirándome como dormía, ella sentada en el banco de algún parque, mirando a los curiosos acercándose para verme y decir :
-¿Cómo se llama?, -¿Cuánto tiempo tiene?, Felicidades, - Es una niña hermosa,
-¡Qué grande está! , o -¡Qué pequeñina es!
Y ella dando las respuestas para una vez que se vayan, a algunos se les olvide y otros, llamen a sus familiares y les cuenten como ha sido ese encuentro.
Aquellas tardes en casa, una casa nueva, con nuevos integrantes, yo.
Aquellas tarde en la que se pasaban horas y horas enseñándome a hablar, a dar mis primeros pasos, a congelar imágenes con esa cámara nueva que compraron, esos álbumes sin completar, esa cámara de video donde se ven imágenes en movimiento de mis primeras vacaciones en la playa, de los castillos de arena que construía mi padre para impresionarme y luego destrozarlos así para hacerme reír, los hoyos profundos en los que me metían y él y ella me enterraban las piernas y no poder salir, las primeras navidades, ése árbol colocado en el hall, con sus bolas y adornos navideños, los muñecos de Papá Noel que cogía y los tiraba al suelo sin un por qué… El Belén de Navidad con los Reyes Magos, los pastorcillos… Los primeros regalos, los primeros muñecos de nieve con su zanahoria como nariz, piedras como ojos, las pequeñas ramas de los árboles secos como brazos, las primeras lágrimas, los primeros enfados, los primeros dientes…
Todo ello hasta ahora. Con esos recuerdos, una base. Con aquellas experiencias un edificio, y ahora es un rascacielos que se convertirá en uno de los más grandes, hasta tocar el cielo y las estrellas, conteniendo en él todos los momentos que crea tu mente y se quedan para siempre, donde nunca se perderán, aunque algún día conmigo ellos se irán, aunque un día tenga que decir adiós, aunque un día extrañes todo, aunque un día vivas menos de lo vivido y cuando un día tengas miedo, dirás:
-Mamá, aunque ahora sea grande, tenga el mayor rascacielos construido, aunque me hayas enseñado lo enseñable, quiero estar contigo, volver a ver esa luz, oír esas felicitaciones, sentir esas manos, escuchar esas palabras, sentir tu cuerpo cálido, agotado y oír tu voz y volver a decir:
Sí, es ella, es mi madre, es mi Mamá.
Claudia Tubilla
sábado, 9 de octubre de 2010
Sometimes.
Claudia Tubilla