Qué fácil es taladrarnos los oídos,
airear los versos
inventar poesía
mentir entre líneas y exagerar romances.
Qué difícil es querer sin medida, sin miedo al arte.
A volcarnos en nuestros huesos vacíos y rellenarlos de idiomas que lleven nuestros nombres.
Lo fácil es que seas difícil a tus treinta y tantos
que te pierdas en tus manías y latas de conserva de la pubertad.
Te estaré esperando en uno de esos edificios de la cuidad, que están aún sin colonizar.
Bellos por fuera, incógnitos por dentro.
Quizás este fin de semana. Quizás mañana. O tan solo
quizás.
C.T