Ven, ven aquí.
Abrázame.
Y deja que me pegue unos segundos a tus latires.
Deja que evoque a las mil maravillas de mi estómago.
Que salten, que bailen, que eclosionen.
Que se fumen si quieren, pero en silencio.
Esta noche, quiero escucharte.
Hoy, vas a construir un puente en mi barbilla
y voy a quedarme dormida en tu ombligo.
Te robaré esas bocanadas de aire
aspirándome en cada beso.
Me quedaré con tus pestañas,
tan rizadas que me dan envidia.
Y yo soy una celosa.
Pero me da igual
porque esta noche sellaré tu cuello
con mis nanas y
poesías en vinilo.
Latir así de fuerte, cuando me tropiezo contigo.
Nos cruzamos los dedos y
nos enredamos más de lo que debería consentirte.
Ni el frio, ni Katrina, ni mis delirios
me dan más miedo que
dejar de ser la niña que se enreda
entre tus mechones.
Sin duda has sido el odio más bonito que he sentido.
C.T