viernes, 29 de enero de 2016

Fatiga entre pesadillas andantes




Esa sensación de cuando te miro a las pupilas...
Se me remueve todo el cuerpo
todo mi interior hace un invertido 
se pone del revés, haciendo
el
pino.

Sería capaz de correr una maratón, subir las escaleras, bajar, entrar por la puerta,
vernos a los dos, ahí sentados, en el sofá.
Me pido permiso y te beso.
Te beso tan fuerte que no sabrías diferenciar si soy yo, o la otra yo.

Te agarro del pelo, y me lo rizo entre mi índice y corazón.
Te arranco la camisa y deboro tus clavículas. 

Espera. 
-¿Qué?

La música vuelve a sonar y.
Te aspiro. 
Aspiro todo tu aroma y me lo guardo como dosis para los domingos.
En los que te invento y te vuelvo a
inventar. 
Para.
Y.
Salgo de mi. Y vuelves. Te vuelvo a mirar.
Me levanto. Te doy un beso en la frente y me voy. 
Y. 
Adiós. 
Allá cual sombra que dejó su pellejo en manos de alguien que no le supo tratar.
Que corre. Que vuela. Y ahora siéntate.
Abre los ojos. 
Así. 
Menudo sueño, ¿verdad?



C.T

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